Frente a ti, una botella que emana poder… coronada por una serpiente dorada que impone respeto y despierta curiosidad.
Dentro, un tequila blanco de carácter legendario: versátil, equilibrado y con un sabor tan único que puedes disfrutarlo derecho, en un shot de fuego puro, o como el alma de la mejor coctelería.
Desde el momento en que se abre, el aroma del agave se libera con fuerza, acompañado de notas equilibradas que envuelven el ambiente. El perfume fragante se hace dueño del lugar, recordándote que el tequila blanco es la esencia más pura de esta bebida: la fusión del agave, el fuego y la tierra.
Tomarlo derecho es un viaje sensorial: el sabor dulce y fresco del agave, un ligero ahumado que lo equilibra, la calidez de los hornos, la fuerza de la tierra… todo coronado por un retrogusto que permanece, intenso e inolvidable, obligándote a buscar el siguiente sorbo.
En coctelería, su nobleza es indiscutible: se fusiona con los ingredientes, pero jamás cede el protagonismo. Es el tequila que manda en cada mezcla, el que convierte un buen cóctel en una experiencia extraordinaria.
1105 no se explica, se vive.